jueves, 10 de noviembre de 2011

(V). La luz

http://webosfritos.es/2011/07/como-fotografiar-comida-v-la-luz/


Cómo fotografiar comida (V). La luz

En todas las disciplinas artísticas visuales hay un elemento esencial: la luz. Nuestras recetas deben parecer apetitosas en nuestras fotos, y la luz será en buena medida responsable de ello. Voy a exponer unos conceptos básicos de la luz en la fotografía para adentrarnos a continuación en los aspectos compositivos.
Bodegón en clave baja
La luz: diafragma y obturador
La fotografía es la plasmación de una imagen en un soporte sensible a la luz. La cantidad de luz que alcanza el sensor se regula mediante dos mecanismos:
  • Por un lado, el diafragma, que tal y como ya hemos visto en anteriores capítulos de este serial, es el orificio de tamaño variable que determina la cantidad de luz que alcanzará el sensor en un tiempo determinado. Ya vimos que está situado generalmente en el objetivo en una posición central.
  • Por otro, el obturador, que es el mecanismo que se acciona y permite el paso de la luz en el instante decisivo en que pulsamos el botón de disparo. Este mecanismo permanece abierto en el momento del disparo un tiempo variable, influyendo por tanto en la cantidad de luz que alcanza el sensor
Podemos hacer un símil con una manga de regar: imaginemos que tapamos el extremo de la manguera con el dedo, y abrimos el grifo un poco nada más. Para regar unas plantas necesitaríamos quitar el dedo del extremo de la manguera unos cuantos minutos. En cambio, si abriéramos el grifo al máximo, necesitaríamos quitar el dedo un tiempo menor. El grifo actúa de diafragma y el dedo, de obturador.
La profundidad de campo
Pero, ¿da igual? Siguiendo con el símil jardinero, evidentemente a las plantas les llegará la misma cantidad de agua, pero la diferencia está en el cómo. Poco tiempo y mucha agua significan mucha presión: podemos quitar la tierra. Pues en fotografía pasa algo parecido, con un efecto que ya vimos al hablar del foco, y que es laprofundidad de campo: cuanto menor sea la abertura del diafragma, es decir, cuanto más prolongada sea la exposición, mayor será el rango de distancias en el que los objetos salen nítidos en la fotografía; por contra, cuanto mayor sea la abertura, mayor será el desenfoque.
Consejo
Nosotros debemos ajustar abertura y velocidad en función de la profundidad de campo que busquemos para nuestra composición, según el efecto que deseemos.
La sensibilidad
Pero hay un tercer factor que influye en la luz: la sensibilidad. Este concepto deriva de las películas tradicionales, que reaccionan de distinta manera ante la luz según el tamaño del grano de los haluros de plata con que se fabrican. De las escalas que se usan para películas la era digital asume la ISO, pero solo con el valor ASA: 100, 200, 400, etc.
Los sensores actuales tienen su sensibilidad intrínseca, y el control de sensibilidad ISO lo que hace es referirlo a la escala habitual. Variar la sensibilidad nos permite, por así decirlo, alterar el nivel mínimo de luz frente al cual el sensor reacciona, pudiendo así tomar fotos con una iluminación más escasa. Esto tiene un precio, y es el tan temido ruido, esos puntitos dispersos de color, generalmente en tonos más claros, que hace que las zonas oscuras de la foto aparezcan como poco nítidas, y en algunos casos incluso como sucias.
Hay una gama de valores ISO entre los cuales vuestra cámara se comportará de un modo más o menos homogéneo, pero a partir de un determinado valor, comenzará a adquirir protagonismo el ruido en las zonas de menos iluminación. Aquí os dejo dos ejemplos de esto, fragmentos ambos de la foto que encabeza este artículo, junto con otras tomas realizadas con distintos ajustes de ISO.
En este primero quiero que os fijéis en dos zonas: la madera y la piel del melocotón más cercana a la cereza. Si pasáis el ratón por los valores ISO del pie de foto, veréis que la madera pierde la veta a partir de ISO 800 —muy poco—, siendo más perceptible en ISO 1600, y perdiéndose por completo para ISO 3200. Fijaos sobre todo en el trozo entre el melocotón y el albaricoque. En la piel del melocotón veis que empiezan a aparecer puntitos a partir de ISO 800, se hace más patente con ISO 1600, y para ISO 3200 es un continuo de grano.
En este segundo ejemplo quiero que os fijéis en otras dos zonas: el triángulo oscuro entre pera, plátano y cereza, y las cerezas, en la esquina inferior derecha. Si pasáis el ratón por los valores ISO del pie de foto, veréis como en el triángulo oscuro empiezan a aparecer puntos más claros a partir de ISO 800, haciéndose muy abundantes en ISO 3200. En las cerezas notaréis que se pierde la textura brillante por completo a ISO 3200, si bien se empieza a notar también desde ISO 800.
Por último os haré notar que en los brillos no notaréis ninguna diferencia en ninguna de las dos series. El ruido se manifiesta en las sombras.
Consejo
Tendréis que hacer vuestras pruebas correspondientes con distintos valores de ISO y tomar nota del valor máximo que podéis usar sin que el ruido sea manifiestamente perceptible.
Luz e iluminación
Una vez expuestos estos aspectos técnicos básicos de cómo llega la luz al sensor de nuestra cámara, vamos a ver como afecta la luz en su viaje desde la fuente luminosa hasta los objetos que queremos fotografiar. Debemos aprender a usar la luz como un elemento más de la fotografía. Igual que aprendimos a encuadrar y a posicionar la cámara frente a nuestra escena, hemos de aprender a iluminarla, a usar la luz en beneficio de nuestra fotografía.
El tamaño
La fuente emisora de luz determinará aspectos importantes de nuestra fotografía. En primer lugar nos importa el tamaño de la misma. Así, una fuente de luz puntual, es decir, con una tamaño relativamente pequeño con respecto a lo fotografiado, dará unas sombras con un contorno muy definido, que se denominan duras. Es la sombra que produce el flash de nuestra cámara sobre cualquier objeto que fotografiemos. Por el contrario, con una fuente de luz cuyo tamaño sea equivalente o superior al de nuestra escena lograremos unas sombras suaves, con transiciones entre luces y sombras muy diluidas, y sin un borde preciso. Podemos aumentar el tamaño de nuestras luces con un difusor, que puede ser cualquier material traslúcido de color blanco y que no sea muy tupido, por ejemplo, una tela blanca. Os los podéis hacer vosotros mismos con tela y un aro o marco de metal, y los venden hechos en tiendas de fotografía y en internet. Próximamente haré un post de accesorios de luz, y os daré tiendas y modelos.
Aquí veis la misma escena iluminada con luz directa del sol —dura— y tamizada con una sábana que actúa de difusor —blanda—. Como siempre, si pasáis el ratón por encima de ambos textos podréis observar la diferencia. Notad que incluso parece que cambia la dirección de la luz.
Consejo
En general, lograremos una imagen más agradable con luces difusas y sombras suaves, por lo que será recomendable hacerse con unos difusores o con unas ventanas —conjuntos de luz con reflector y difusor, de los que también daré precios y direcciones próximamente— para iluminar nuestras escenas. Si tenéis garantía de luz solar, podéis usar como difusor una sábana blanca: sólo tendréis que buscar como sujetarla.
El color
Otro aspecto muy importante de la luz es el color. Si habéis hecho alguna vez un retrato al atardecer, habréis observado que los tonos son mucho más anaranjados que si hiciéramos esa misma foto al mediodía: lo que ha cambiado es, evidentemente, la luz.
Pues bien, toda fuente luminosa tiene una temperatura de color, más cálida o más fría, y que matiza todo aquello que ilumina. Cualquier cámara digital ajusta la temperatura de color de cada toma automáticamente, aunque algunas permiten predeterminar esta temperatura de color de forma manual: es el balance de blancos. Si sois fotógrafos experimentados podéis ajustarlo manualmente, pero en general usaréis el modo automático.
La principal precaución que debemos tener con este tema es el de no mezclar fuentes luminosas con distinta temperatura de color. Cuando se hace, el color empieza a sufrir la consecuencias —la cámara no sabe que temperatura de color elegir— y aparecen blancos que tiran a anaranjado junto a otros que tienden a azulado.
En este ejemplo podéis ver este efecto. He usado una lámpara halógena y otra de bajo consumo. Tienen temperaturas de color muy distintas, y se nota en las sombras que proyectan cada luz por separado. En el recuadro de la derecha podéis ver una ampliación de la sombra que crea la luz halógena con el melocotón. Dicha zona sólo recibe la luz, por tanto, de la otra lámpara, y presenta un blanco más azulado. En el de la izquierda he ampliado una zona de la sombra que crea la lámpara de bajo consumo, solamente iluminada por tanto por la luz halógena, y mucho más anaranjada.
Balance de blancos con detalle
Consejo
No se deben emplear fuentes luminosas con distinta temperatura de color. Es preferible menos luz, pero de una sola temperatura.
Si usáis luz natural, sabed que la temperatura de color del sol también varía a lo largo del día, y se hace presente en todas las orientaciones, menos en la Norte: la luz del día de una ventana orientada a Norte es un tesoro que debéis aprovechar. ¡Suertudos! Cuanto más se aleje del Norte, más se empezará a poner de manifiesto el cambio de tonalidad a lo largo del día.
La intensidad
La intensidad de la fuente luminosa determinará el equilibrio entre los valores de la terna Abertura/Velocidad/Sensibilidad. Según el efecto que queramos conseguir con la foto, en cuanto a profundidad de campo, ruido y posible movimiento del sujeto elegiremos ya los valores concretos.
De la profundidad de campo ya hemos hablado con la debida extensión.
En cuanto al ruido, creo que huelga decir que hay que mantener la sensibilidad por debajo de 400 ISO —yo siempre uso 100 ISO—. En cualquier caso, no está de más hacer unos disparos del mismo motivo usando varios valores ISO, para decidir luego en el ordenador, con la imagen al 100% de aumento, cuál es el mejor para vosotros, y usar ese por defecto para todas vuestras fotografías.
El tema que más puede condicionaros la necesidad de mayor intensidad luminosa es que participen en las fotos sujetos en movimiento, y queráis que éstos aparezcan nítidos. En este caso existe un límite a la velocidad, y depende ya de la escena, lo que se mueva el sujeto y demás, pero tiene que ser en cualquier caso más rápida que 1/60″, y preferentemente, de 1/125″. Esto obligará a tener una determinada intensidad luminosa, que deberéis lograr con luces de mayor potencia, en caso de no ser suficiente la que tengáis.
La dirección
Por último, quiero hablaros de lo que quizás sea la propiedad que más puede caracterizar a una buena fotografía gastronómica: la dirección que lleva la luz cuando alcanza nuestro plato de comida. Esto, que podríamos contestar con un ‘Pues, ¡la que trae desde la ventana!’, no es ninguna tontería. Todos —sí, todos— hemos empezado haciendo fotografía culinaria como si se tratase del arte de retratar croquetas, y nada más lejos de la realidad. Si para un retrato —como norma general— necesitamos cierta presencia de luz en el rostro del retratado, con la comida hay que darle un giro de 180º a la situación, y pensar que como norma general donde tiene que haber luz es en la parte de atrás de la comida, procurando que no incida directamente en el objetivo. Con esto conseguiremos realzar cuatro cualidades que darán prestancia a nuestra comida:
  • Volumen: la luz debe llegar desde cualquier dirección con tal que no sea desde la cámara, para que desde la cámara se puedan apreciar las sombras que son las encargadas de modelar el relieve, y nos permiten percibir el volumen.
  • Textura: debemos aplicar los mismos criterios, puesto que al fin y al cabo la textura no es sino un volumen a muy pequeña escala.
  • Transparencia: no hay nada para apreciar la sutileza de una lechuga como iluminarla al trasluz. Por lo tanto, con este tipo de alimentos, lo que mejor va a funcionar siempre es iluminar desde atrás.
  • Brillo: si por el contrario, estamos fotografiando una crema, una carne o un guiso, en los que la transparencia carece de importancia, una iluminación trasera nos va a producir los necesarios brillos para que nuestro plato luzca apetitoso.
Ya hablaremos más adelante de este tema en detalle y con ejemplos, porque considero que es el más importante.
Os recuerdo los enlaces de los otros capítulos:

(IV). El foco. Aplicación

http://webosfritos.es/2010/06/como-fotografiar-comida-iv-el-foco-aplicacion/


Cómo fotografiar comida (IV). El foco. Aplicación

¿Hay alguien ahí? No sé si quedará alguien todavía con ganas de leerme después delúltimo ladrillo. En él expuse los conceptos teóricos relativos al enfoque, foco, nitidez y profundidad de campo, y los factores que influían en ésta última. Hoy aprenderemos a conocer de antemano la profundidad de campo, para poder dominar el foco de nuestras fotos.
La aplicación de este concepto dependerá mucho de vuestra cámara. Los que uséis una compacta de gama media tendréis menos alternativas que los que dispongáis de una réflex, pero cada uno hará el cesto con los mimbres que tenga.
Como calcular la profundidad de campo
Antiguamente los objetivos llevaban unas marcas en su parte fija junto al anillo de enfoque que indicaban de una manera aproximada la profundidad de campo para cada abertura. Aquí veis un ejemplo de enfoque a 1,30 m que da muy poca profundidad de campo para una abertura de f/2, mientras que para f/16 la profundidad aumenta a desde poco más de 1 m hasta casi 2 m; es decir pasamos de unos pocos centímetros hasta casi un metro.
En los objetivos actuales, en su mayoría zoom, es imposible que aparezcan estas marcas, debido a que la abertura es variable según la posición del zoom. Únicamente los veréis en objetivos de focal fija, generalmente alojados dentro de una ventanita en el objetivo.
Pero no hay que preocuparse; en la red hay multitud de herramientas que nos permiten calcular la profundidad de campo. En DOFMaster tenéis una muy completa. Eligiendo el modelo de cámara, la distancia focal, y la distancia de enfoque, se puede determinar la abertura a usar para conseguir una determinada profundidad de campo.
Por ejemplo, si tuviéramos una Canon EOS 1000D, con el zoom EFs 18-55 extendido a tope, a 55mm y enfocando a 90 cm —las distancias de enfoque se deben medir desde la marca Ø que hay en el cuerpo de la cámara hasta el objeto a fotografiar— tendríamos una profundidad de campo de sólo 5,4 cm para una abertura de diafragma de f/5,6 (2,6 cm por delante, 2,8 cm por detrás), mientras que cerrando a f/32 la profundidad de campo aumenta hasta 31 cm (13 cm por delante, 18 cm por detrás)
Podéis observar además que al cambiar de modelo de cámara se actualiza el tamaño del círculo de confusión. Para el ejemplo usado sería de 0,019 mm.
Me diréis, con razón, que lo único que os falta es una escapadita al ordenador para enfocar ese plato que se va enfriando. En DOFmaster también podéis imprimir una tabla para vuestra cámara y objetivo, que os permitirá fijar la abertura para el rango de distancias que queréis tener nítido.
Con los mismos datos de partida del ejemplo antes utilizado, si mi plato está a 90 cm y mide 23cm de diámetro, necesitaré unos 12cm por delante y por detrás para que el plato salga completamente enfocado. Entrando en la tabla vemos que la distancia más cercana es 1 m, para la cual necesitaríamos desde 0,88 hasta 1,12 m. Esto nos lleva a tener que escoger una abertura de f/22 para tener 12 cm por delante y 16 cm por detrás (0,88—1,16).
Tengo una compacta
Los que tengáis una compacta me diréis que dónde está el botón del diafragma. Lo normal es que no podáis controlar la abertura del diafragma —salvo que sea un modelo de gama alta— por lo tanto no tiene sentido hablar del cálculo de la profundidad de campo. Pero según vimos en el capítulo anterior, tres factores determinaban la profundidad de campo: abertura, distancia al objeto y distancia focal, con lo que para lograr una profundidad de campo mayor o menor tendréis que jugar con los otros dos factores. Salvo que sepáis la abertura de vuestra cámara no váis a poder realizar ningún cálculo, por lo que la aproximación en estos casos será siempre empírica: disparar, ir al ordenador, y decidir si se necesita más o menos profundidad de campo. No obstante, algunas cámaras muestran la abertura en su pantalla al revisar la fotografía, y en último caso, es un dato asociado a la imagen (uno de losdatos Exif) que se puede consultar con cualquier programa de edición de fotografía y seguro que con el software propio de la cámara. En cualquier caso, recordad:
Para obtener mayor profundidad de campo deberemos optar por:
  • Alejarnos del objeto
  • Usar el zoom al mínimo
Por el contrario, para obtener una profundidad de campo menor deberemos elegir entre:
  • Acercarnos al objeto
  • Usar el zoom al máximo
Ante todo tenéis que tener presente una cosa: acercarse o alejarse de objeto supone reencuadrar la escena de otra manera. Si intentáis que la escena sea la misma ampliando o reduciendo el zoom lo que ganéis con la distancia al objeto lo perderéis, exactamente en la misma proporción, con el zoom. Un recurso que sí podréis utilizar es el de separar radicalmente lo que tiene que salir enfocado del resto de elementos, y colocar la cámara de manera que no se perciba esa separación, es decir, más a ras del objeto.
Un último consejo para el uso del zoom: usarlo al mínimo y acercándose mucho al objeto produce grandes deformaciones. Es preferible alejarse y tirar de zoom.
La misma escena de la imagen de los vasos del comienzo del post tomada con una compacta y el zoom al máximo luce así:
Según los datos EXIF, se disparó a f/5,8 y 1/30″.
Por no aburriros con más fotos y comparativas, os resumiré que las compactas están limitadas sobre todo por las distancias focales, muy inferiores a las de cualquier réflex, y por la imposibilidad de usar un objetivo de focal fija, que tienen unas aberturas mucho mayores, y permiten reducir drásticamente la profundidad de campo. El tamaño del sensor juega a favor de las compactas, pero no lo suficiente.
Aun así, creo que queda demostrado que con una compacta se puede hacer una foto decente.
Enfocado o desenfocado, esa es la cuestión
La pregunta fundamental es saber cuánta profundidad de campo necesitamos. Si no hay una parte de la foto claramente reconocible como enfocada, una profundidad de campo excesivamente reducida produce la sensación de desenfoque generalizado. Tiene que haber un borde perfecto, un elemento claramente reconocible como enfocado. En el extremo opuesto, si todo está enfocado, el ojo no sabrá dónde detenerse. Pero la técnica de la profundidad de campo no es sino otra herramienta en manos del fotógrafo para transmitir su mensaje. Y tiene tanta importancia como la composición o la luz.
Aplicación a la fotografía gastronómica
La escena y la composición general de la foto determinarán en gran medida la profundidad de campo que debamos elegir. No es lo mismo fotografiar un pan totalmente aislado en la escena que rodeado de abundante atrezzo. Veamos algunos ejemplos. que espero que nos ayuden a entender el problema.
Sopas, cremas, patés…
En general cualquier comida líquida , fluída o viscosa. La regla es que debe estar nítida toda la superficie de la comida. El foco se aprecia únicamente en el borde de las sopas —en las cremas depende de su textura y consistencia—, por lo que si limitamos mucho la profundidad de campo, sólo se verá enfocada una pequeña franja central, pero al tratarse de una superficie continua, el ojo la percibe como desenfocada toda ella. Lo podéis ver en esta crema de lentejas, con la zona enfocada marcada en verde y la desenfocada, en rojo:
A pesar de no ser una superficie totalmente plana y tener cierta textura y volumen, parece desenfocada. Corrigiendo la profundidad de campo queda así:
La zona verde sigue igual, mientras que la zona en rojo ha ganado en nitidez de manera extraordinaria, viéndose completamente enfocada.
Sopas, cremas, patés… con picatostes u otros sólidos
La mera inclusión de un elemento sólido en la crema hace que cambie el problema. Aun cuando sigue apreciándose el efecto de desenfoque, el elemento sólido se erige en protagonista, y estando perfectamente enfocado, el desenfoque de la crema pasará totalmente desapercibido:
Veis que el recuadro rojo enmarca una zona desenfocada, pero como hay protagonista… Yo prefiero esta, totalmente enfocada:
Observaréis que la zona en rojo tiene la misma nitidez que la verde.
Series
Las series de elementos constituyen sin lugar a dudas el mejor campo de experimentación de la profundidad de campo. Resultan muy agradecidas y son realmente fotogénicas. Da igual que uses los consabidos tres elementos, que arriesgues poniendo dos y componiendo de otra manera, o que pongas una pandilla. La regla es: enfoca perfectamente una y desenfoca todo lo demás.
Con dos también funciona:
Panes y masas
Con los panes y bizcochos podemos llegar a tener los mismos problemas que con cremas y sopas, especialmente al fotografiar panes abiertos con el corte situado en oblicuo con respecto a la cámara. Si sólo aparece nítido un fragmento muy estrecho del corte del pan, el ojo tenderá a apreciarlo como desenfocado por completo. En esta foto podéis ver este efecto, al haber disparado con una abertura muy grande, a f/2,8; en el recuadro verde, el punto de foco perfecto, y en el rojo, un ejemplo de lo desenfocado.
Cerrando el diafragma a f/16 la profundidad de campo aumenta, lográndose un enfoque generalizado en todo el corte.
No obstante, el recurso del efecto bokeh puede ser muy efectivo, para barras y bizcochos sin abrir. En este caso yo os recomiendo que el extremo más próximo a la cámara permanezca en el campo de nítidez, y que todo lo desenfocado quede detrás. A veces nos pasa que enfocamos un punto intermedio de la barra, y el pico, de frente a la cámara, queda desenfocado y se ve mucho. Es preferible enfocar un poco más cerca para que lo desefocado quede lo más atrás posible.
Con magdalenas, bollitos y elementos de tamaño reducido, el problema del foco se simplifica, y, en general, habría que aplicar lo expuesto para series.
Sólidos
Con todos los ejemplos vistos hasta ahora, ya os imagináis por dónde van los tiros… Valdría con aplicar lo expuesto para bizcochos y panes sin abrir, aunque generalmente el tamaño será inferior, por lo que el desenfoque se centrará en los elementos de attrezzo de la foto. Si son varias piezas, como la foto de las setas rellenas que os traigo a continuación, podéis aplicar también lo expuesto para series.
En general, creo que éstas son las que menos problemas presentan.
Y hasta aquí el asunto foco. No dudéis en preguntarme si os encontráis con algún caso y no acertáis por dónde tirar. Intentaré ayudaros lo antes posible. Necesito iluminación divina para hablaros de la iluminación que ansiosamente esperáis. ¡Hasta la luz!

El foco. Teoría

http://webosfritos.es/2010/04/como-fotografiar-comida-iii-el-foco-teoria/


Cómo fotografiar comida (III). El foco. Teoría

El foco de una fotografía quizás sea uno de los aspectos a los que menos importancia se le dedica y de los que más quebraderos de cabeza trae. Muchos me habéis preguntado como conseguir un foco desenfocado para vuestras fotos culinarias —lo que técnicamente se llama efecto bokeh— y hoy intentaré explicaros como conseguirlo, y sobre todo, lo que es más difícil, controlarlo. Lo complicado no es añadir azúcar a un postre para que esté dulce, sino añadirle la cantidad exacta, para que no esté empalagoso. Pues en fotografía lo mismo: ¡cuántas veces habré revisado una foto que consideraba perfecta de foco para darme cuenta que estaba ligeramente desenfocada, con el punto de enfoque erróneamente identificado o con una profundidad de campo mal planteada!
Para entrar de lleno en el tema de hoy es imprescindible hablar de algunos aspectos de la técnica fotográfica, que aunque sin duda muchos conoceréis, explicaré para centrar el tema. No pretendo una explicación científica, sino un acercamiento intuitivo al problema; aún así, disculpadme, porque sé que el tema es farragoso. Esto vale para todas las cámaras, compactas y réflex, baratas y caras, digitales o de película.
El foco
No todo lo que sale en la foto está enfocado. Es más, es imposible que esté todo enfocado. Podremos trajinar con la cámara para que salga nítido el mayor número de objetos posible, pero el foco sólo es perfecto para los objetos que están a una determinada distancia. Por si os interesa, os detallo un poco los entresijos de la cuestión.
La luz, al atravesar el diafragma de la cámara produce una imagen invertida de los objetos en el sensor —o antaño en la película— de la cámara. Pero estos objetos no están todos a la misma distancia de la cámara, y por consiguiente, forman sus imágenes invertidas en planos paralelos a los del sensor. Algo así como una baraja de naipes, y entre dos de ellos está el sensor o la película. Esto se traduce en que si el plano de la imagen invertida coincide con el del sensor, cada punto de él estará representado por un punto, y tendremos un foco perfecto, mientras que cuanto más distantes estén dichos planos —cuanta más distancia haya del naipe al sensor—, cada punto formará una imagen circular de diámetro proporcionalmente mayor, y la imagen estará más desenfocada. En este gráfico podéis ver una representación de este efecto:
El objeto rosa está enfocado, porque el plano de su imagen al atravesar el diafragma coincide plenamente con el plano del sensor. Cada punto que lo representa se configura como un único punto en el sensor. Sin embargo, en el caso de los objetos verde y rojo, que tienen su imagen invertida por delante o por detrás del plano del sensor respectivamente, cada punto se transforma en un pequeño borrón.
Ya vimos en anteriores entregas que lo fundamental de cada fotografía es lo que se quiere contar, porque esto condicionará todas las acciones que tomemos. Igualmente hablamos de la escena, del encuadre, de la composición y del punto de vista, y todo ello estaba orientado a contar nuestro plato. Llegados a este punto, el foco nos va a permitir delimitar el objeto de nuestra foto haciendo que salga perfectamente enfocado, mientras que el resto de elementos de la composición saldrán desenfocados —lo que os dije más arriba que se conoce como efecto bokeh—. Recurriendo al gráfico anterior, para lograr que el objeto elegido salga perfectamente enfocado, debemos lograr que su imagen invertida coincida con el plano del sensor, o siguiendo con el símil, debemos colocar nuestro naipe junto al sensor.
Al desplazar el diafragma hacia el objeto rojo, su imagen, que estaba por detrás del sensor llega a coincidir con éste, reduciéndose progresivamente los borrones hasta convertirse en puntos: el objeto rojo está enfocado, y por eso al acto de realizar este desplazamiento se le llama enfocar. Normalmente lo realiza la cámara al pulsar ligeramente el botón de disparo. En las cámaras réflex se puede anular el automatismo —mediante el conmutador AF/MF del objetivo— y realizarlo manualmente usando el anillo de enfoque situado en el objetivo.
La nitidez
Pero no es todo blanco, o todo negro. Así como hay grises, en el enfoque hay gradación. Cuanto más cerca estén los objetos de aquél que hemos escogido para protagonizar el enfoque perfecto, tanto más nítidos aparecerán; nitidez que irá menguando proporcionalmente al aumentar dicha distancia.
Pero ¿cómo cuantificar la proximidad necesaria para que un objeto se represente nítidamente aunque no esté perfectamente enfocado? Volviendo al gráfico anterior, vimos que conforme el plano de la imagen se aleja del plano del sensor cada punto se ve representado por un círculo cada vez mayor. Llega un momento en que el ojo deja de ver un punto para percibir claramente un pequeño círculo, tanto si aleja por delante como por detrás. Todo lo que esté mas alejado a partir de esas distancias se verá progresivamente más desenfocado. El tamaño de ese círculo límite que se deja de apreciar como punto se denomina círculo de confusión —en realidad debería hablarse más propiamente de círculo mínimo de confusión—. Este término ha estado tradicionalmente ligado al tamaño de la copia impresa y a la distancia a la que se iba a observar la fotografía, y en la actualidad se ve condicionado por el tamaño del sensor y su resolución. En la próxima entrega aparecerá este termino de nuevo, y veréis como vuestra cámara —cualquier cámara— tiene una medida concreta para este círculo de confusión.
La profundidad de campo
Si recurrimos de nuevo al gráfico anterior, veíamos que los puntos que están fuera de foco producen en el sensor círculos. Pues bien, todos aquellos puntos que producen círculos cuyo diámetro sea inferior al del círculo de confusión se percibirán nítidos. Este efecto se produce tanto por delante como por detrás del objeto enfocado, hasta unas determinadas distancias —que no son iguales, siempre es mayor detrás—. La distancia que hay entre el punto más lejano y el más cercano se denomina profundidad de campo. Este concepto técnico es fundamental para la fotografía. Si como veíamos al hablar del punto de vista, hemos decidido realizar una toma cenital, probablemente poco nos importe la profundidad de campo, pero por contra, si realizamos una toma a nivel o natural, tenemos que dominar la profundidad de campo, para saber a ciencia cierta que partes de la escena aparecerán nítidas en la imagen.
Factores que determinan la profundidad de campo
Analizando de nuevo el gráfico que nos acompaña durante todo el post, uno podría deducir cuáles son los factores que determinan la profundidad de campo, pero como premio a vuestro tesón, y por haber leído hasta aquí, os evitaré el sufrimiento y os diré las reglas que hay que recordar.
Para obtener mayor profundidad de campo deberemos optar por:
  • Cerrar el diafragma
  • Alejarnos del objeto
  • Usar un objetivo de distancia focal más corta
Por el contrario, para obtener una profundidad de campo menor deberemos elegir entre:
  • Abrir el diafragma
  • Acercarnos al objeto
  • Usar un objetivo de distancia focal más larga
El diafragma
Llevamos un buen rato con el diafragma para arriba y para abajo, y sin decir lo que es. El diafragma es el conjunto de láminas móviles que delimitan entre ellas una abertura circular, de diámetro variable por tanto, que determina la cantidad de luz que debe llegar al sensor. El diafragma se integra en el objetivo, normalmente en una posición central entre las diversas lentes que lo componen.
Este objetivo que veis tiene un diafragma de diez láminas, que se aprecian en la foto con sus extremos redondeados. La medida de la abertura se realiza con el número f, que se calcula como el cociente entre la distancia focal y el diámetro de la abertura. Por lo tanto cuanto mayor es el diámetro —cuanto más abierto el objetivo—, menor es el número f. La serie estandarizada de números f es tal que una diferencia de un punto o paso se traduce en el doble o la mitad de luz:
En una cámara réflex la abertura del diafragma se elige mediante una ruedecita, habitualmente junto al disparador. En una compacta, normalmente ella decide y no hay nada que hacer, salvo en las más avanzadas.
Como veremos en otros capítulos del serial fotográfico, la cantidad de luz que necesita el sensor para captar una imagen con detalle es fija, y viene determinada por la abertura del diafragma y la velocidad de obturación. Ya veremos esto en profundidad, pero a nuestros efectos de enfoque, la necesidad de cerrar el diafragma para aumentar la profundidad de campo se va a traducir necesariamente en disparar más despacio, lo que nos lleva irremediablemente a usar un trípode. Otra razón más.
A continuación os voy a mostrar dos fotos, hechas con distintas aberturas y velocidades de obturación, para que veáis el efecto de la profundidad de campo. Las tomé para el post de la merluza rellena de txangurro del otro día.
Esta primera está tomada a f/4 y 1/25 de segundo:
Y esta última a f/32 y 2″5.
Entre ambas fotos disparé una serie completa, cerrando el diafragma un paso más cada foto. Si queréis verlas, os dejo los enlaces a la serie completa:
Pero lo que me importa es que notéis como mientras la merluza siempre está enfocada, la ensalada del fondo va ganando nitidez en cada toma. Para ello os muestro parejas de recortes de esas dos zonas de la serie, mostrando las distintas aberturas y velocidades de obturación. Si vais pasando el cursor por encima de la serie de aberturas que hace de pié de foto se mostrará la foto correspondiente, y podréis observar las diferentes profundidades de campo para cada abertura. Si os parece increíble, porque parece que he utilizado el mismo fragmento de merluza en los siete recortes, revisad la serie de fotos. Es más, si os dais cuenta, a partir de f/16 la merluza empieza a perder un pelín de nitidez, y es debido a que con el diafragma muy cerrado se acusa mucho el fenómeno de la difracción —el del boli que se ve partido al meterlo en el vaso de agua—.
En el próximo artículo, veremos más ejemplos y cuando aplicarlos.
La distancia focal
La distancia focal es, para entendernos, la que separa el centro óptico de la lente del sensor. O para entendernos mejor todavía, el zoom. En realidad el zoom es un objetivo de distancia focal variable: un 18/55 abarca desde una distancia focal mínima de 18mm a una máxima de 55mm. Si tenéis una compacta, lo normal será que hable de un zoom 4X, o parecido, y tendréis una palanquita para controlarlo, habitualmente con las letras W y T. Un desplazamiento hacia la T aumenta la distancia focal, mientras que hacia la W la acorta.
Para la fotografía gastronómica es preferible utilizar un objetivo de focal fija, que será más luminoso que un zoom de su misma categoría. Yo creo que una focal correcta para nuestras condiciones de blogueros caseros puede estar entre 60 y 100 mm, referida a un sensor de tamaño completo, (también lo veréis como FF, de full frame, en inglés).
El manual de vuestra compacta dirá cuales son las distancias focales equivalentes del objetivo, e incluso suele venir en él.
Si tenéis una réflex y queréis comprar un objetivo o decidir en qué posición usar el zoom, tenéis que saber antes de nada el factor de multiplicación de la cámara, que viene especificado en el manual, y que indica la proporción del sensor respecto de uno de tamaño completo. Dividiendo 60 o 100 mm por dicho factor, hallaréis la focal real que debe tener el objetivo. En mi caso, el factor es de 1,6, luego yo debería buscar —y así lo hice— un objetivo de entre 38 y 62 mm de distancia focal. Al final me compré un EFs-60mm de Canon.
Si habéis logrado leer hasta aquí, merecéis el premio especial de la montaña, porque ya hemos pasado lo más farragoso, la teoría. A partir de ahora viene la práctica, siempre más llevadera. En la siguiente entrega, veremos como aplicar todo esto a nuestra fotografía culinaria.
Mc.

Cómo fotografiar comida (II). El punto de vista

http://webosfritos.es/2010/03/como-fotografiar-comida-ii-el-punto-de-vista/

Cómo fotografiar comida (II). El punto de vista

…desde mi punto de vista…”
La importancia que tendrá el punto de vista, que ha trascendido el ámbito artístico para incorporarse al lenguaje coloquial. La definición que nos da la Real Academia Española es doble; por un lado nos remite a su definición técnica como “aquel en que el rayo principal corta la tabla o plano óptico, y al cual parecen concurrir todas las líneas perpendiculares al mismo plano”, y por otro a ese significado del habla común antes mencionado: “Cada uno de los modos de considerar un asunto u otra cosa”.
Pues de eso quiero hablaros hoy. Vimos en la anterior entrega de Cómo fotografiar comida la importancia de montar una escena, de encuadrarla y de componer la imagen, y omití —deliberadamente— hablar de dónde situar la cámara, porque el tema da de sí como para hablar en exclusiva de él.
Por eso una vez tomada la decisión de qué elementos van a integrar la escena hay que estudiar desde dónde vamos a hacer la foto. Me diréis, no sólo hoy, sino más adelante y en repetidas ocasiones: “Pues a este paso vamos a integrarnos en FaceBook en el grupomehanechadodecasaporquelacomidaseenfríamientraspiensoyhagolasfotosdelasnaricesparaelblog”. La verdad es que sí, que es pesado para los demás. Por eso —repito— hay que tener todo pensado antes de hacer la foto. Igual que pensamos en la receta, y vamos comprando los ingredientes, para que cuando nos pongamos no nos falte de nada, hay que ir dándole vueltas poco a poco a como vamos a hacer la foto. La experiencia en esto ayuda, y nos permite ir relegando cada vez más aspectos a la improvisación. Además hay que lograr que la experiencia no se nutra sólo de nuestras vivencias dándole al dedo, sino que también debe aprovecharse de ese tiempo que pasamos frente al ordenador viendo las fotos de los demás: hay que aprender a mirar y a analizar aquellas fotos que nos gustan, que con ello también se extrae conocimiento para hacer las nuestras.
Un poco de teoría
El rayo principal que menciona la definición de la RAE es, dicho coloquialmente, el que determina la cámara sobre el plano de la escena que queremos fotografiar. Y es que dependiendo de dónde ubiquemos la cámara, lo que queramos decir con nuestra fotografía quedará dicho de una u otra manera. Así hablaremos de:
  • Toma cenital: Cuando la cámara se dispone en la vertical del objeto que queremos fotografiar, mirando hacia abajo.
  • Plano picado: La cámara adopta una posición elevada con respecto al objeto, sin estar exactamente sobre él.
  • Toma a nivel: En este caso cámara y objeto están en el mismo plano.
  • Contrapicado: La cámara se sitúa por debajo del objeto. Este tipo de tomas no tiene aplicación en fotografía gastronómica, salvo para bebidas.
Por tanto en nuestras fotografías el punto de vista abarcará desde la toma a nivel hasta la cenital, siendo lo normal que el plano sea picado. Hilando fino, y en gastronomía, podríamos distinguir tres casos a su vez dentro del plano picado, puesto que hay mucha diferencia entre un plano picado casi cenital y uno casi a nivel. Si tomamos como referencia el punto de vista del comensal, hablaríamos de:
  • Plano picado propiamente dicho: cuando está por encima de aquél,
  • Natural: para referirnos al del comensal, y
  • Rebajado: cuando está por debajo de él, y casi a nivel.
Y ahora, la práctica
Como siempre, una imagen vale más que mil palabras.
En un extremo tenemos esta imagen tomada totalmente a ras de la escena. Como es evidente, la imagen resulta absurda, porque no se ve lo que queremos fotografiar.
En el otro extremo, esta toma cenital con la cámara dispuesta exactamente en la vertical de la escena. Los vasos y copas se convierten en objetos prácticamente irreconocibles. Cómo los líquidos son transparentes, el cerebro es capaz de imaginar lo fotografiado, pero es difícil reconocer las formas. ¿Cómo son las copas o vasos?
Pero bueno, entonces ¿dónde pongo la cámara? Tratándose de comida, como nunca vamos a fallar es colocando la cámara en una posición intermedia, como si estuviéramos sentados a la mesa y tuviéramos el plato delante. Es el punto de vistanatural, y nada chocará al espectador. A partir de aquí, con un encuadre y una composición correctos, la foto estará resuelta.
Marchando unas magdalenas…
Pero hay veces que resulta muy interesante dar una vuelta de tuerca y aventurarnos a explorar las posibilidades creativas de la fotografía. Un ejemplo. Resulta que nos han salido unas magdalenas hermosas. ¿Dónde coloco la cámara?
El punto de vista natural funciona, y la toma quedará correcta, pero ¿por qué no pruebas a bajar la cámara hasta el plano superior del molde, o incluso un poco más abajo? Todo el copete de las magdalenas quedará por encima del horizonte visual, y parecerá aún mayor, y tus magdalenas serán la envidia de toda la blogosfera.
Si pruebas a hacer una toma cenital, verás que aunque puedas fardar de foto, nunca podrás fardar de magdalenas.
…o una crema
Otro ejemplo. Con una crema podemos observar el efecto contrario. Igualmente observarás que la toma natural funciona razonablemente bien.
Pero realizando una toma cenital comprobamos que el plano de la crema adquiere relevancia. A ello contribuye que la superficie de la crema está sobre un plano perfectamente perpendicular a la cámara, lo que garantiza un foco perfecto.
Puedes probar a hacer una toma rebajada —ya vimos que a nivel es absurdo— y observarás que la foto no gana, más bien pierde.
Con todo esto vemos que lo fundamental es ensayar, lo que nos dará la experiencia necesaria para ir delimitando qué puntos de vista funcionan para cada tipo de plato.
El trípode
El otro día escribí: “Independientemente de la cámara que tengas, usa un trípode.”
Y sigo diciéndolo. No hay foto —gastronómica— buena sin trípode. Cuando en la próxima entrega hablemos del foco lo recalcaré una vez más; la definitiva.
Y me dirás —me lo habéis dicho ya—: “¿y como te apañas para usar el trípode en una toma cenital?” Ante todo hay que saber sobreponerse a las dificultades:
Extendiendo más una pata que las otras dos, y sujetándolo firmemente con una mano mientras disparo suavemente con la otra:
¡Que no vengan los de prevención de riesgos laborales! Sin arnés, sin casco, sin red de protección… ¡Un desastre!
Con un poco —más— de dinero se puede conseguir un brazo como el que veis en la foto para lograr colocar la cámara justamente sobre el plato. Si optáis por comprarlo, mi deber es advertiros que debéis tener cuidadín porque por aquella ley física del punto de aplicación de una fuerza, vuestra cámara réflex digital útlimo modelo puede acabar para el desguace en —por— un momento. Con las compactas no hay problema porque pesan menos. Fijad la cámara y tirad un poco de ella hacia abajo. Si tiende a caerse, mucho ojito. Si tiende a volver a su posición, menos ojito, pero ojito en cualquier caso.
Y como siempre, hay una solución para cada bolsillo. Ya veis que se puede tirar con un trípode corriente de 20 o 30 euros, y a partir de ahí, buscando en internet, podréis encontrar desde trípodes con brazo perpendicular, robustos y económicos por unos 80 o 90 euros hasta los de verdad de Manfrotto, por ejemplo, que cuestan unos 400 euros. ¡Todo depende de las cañas que sea uno capaz de sacrificar en favor de la fotografía!
El próximo día, hablaremos del… foco.